¿Eres de los que sale al campo con intención de un buen resultado o de los que se advierten así mismo no tener un mal resultado?
Varios psicólogos deportivos han desarrollado guías y sugerencias para el jugador y la famosa y difícil cuestión de lograr una actitud positiva, uno de ellos es el autor de este artículo, reconocido psicólogo deportivo de la Federación Española de Golf y asesor de jugadores profesionales y jugadores amateurs desde 1996, quien nos aclara en el siguiente artículo sobre la actitud negativa, cómo identificarla, pasar de ella y convertirla en una ‘‘actitud positiva’’.
Es evidente que lo más importante en la competición es el resultado que se obtiene. En términos generales se puede dividir a los jugadores en dos grupos dependiendo de la actitud que tengan a la hora de intentar conseguir un buen resultado: aquellos que salen al campo con conseguirlo dando buenos golpes (haciendo aciertos, actitud positiva) y aquellos que creen que para lograrlo lo que tienen que hacer es no dar malos golpes (evitando errores, actitud negativa). Ningún jugador está al cien por cien con una actitud u otra, pero sí se puede decir que existe una predisposición más acusada hacia un lado u otro.
Esta predisposición va a depender de diversos factores como la autoconfianza que el jugador tenga en un momento determinado, las expectativas que tenga y los objetivos que se haya marcado. Incluso esta predisposición puede variar a lo largo del recorrido. Se puede salir con una actitud positiva o negativa y dependiendo del resultado de los primeros hoyos, si son buenos o malos, cambiar su predisposición a la hora de ejecutar los siguientes golpes. Esto es un error ya que haría que la actitud mental del jugador dependa de factores externos y no controlables por él mismo.
Para conseguir que esto no suceda es básico que el jugador tenga interiorizada una actitud positiva que sea tan fuerte y esté tan bien arraigada que factores externos como el resultado o la clasificación no puedan influirle.
Los jugadores con una actitud negativa suelen tener una autoconfianza baja y como confían poco en ellos mismos se conforman con no fallar viendo difícil dar buenos golpes. Ven más probable y fácil no cometer errores. Sienten que está más bajo su control el no fallar que acertar. Esta actitud, cuando es muy acusada, lo único que produce es el miedo al fallo; éste suele ser el problema más habitual en los puts cortos ya que el jugador está pensando solamente en las consecuencias de fallarlo. El “miedo al fallo” lo que produce es un aumento del nivel de activación (nervios excesivos), ansiedad y agobio, fallos de concentración ya que está más pendiente de lo que no tiene que hacer (no tirarla fuera) que de lo que realmente tiene que hacer, ir muy pendiente del resultado en vez de del juego, incapacidad para soltarse y pegarle con decisión a la pelota (exceso de tensión) y en definitiva lo único que el jugador consigue es realizar lo que precisamente quiere evitar. Con esta actitud la autoconfianza nunca se recupera y el jugador entra en un círculo vicioso (como no tiene autoconfianza no puede jugar de otra manera). El jugador raramente se puede divertir en el campo o disfrutar de la competición, aunque el resultado sea bueno, ya que no puede permitirse relajarse porque el fallo puede venir en cualquier momento lo que hace que la competición se perciba como una situación muy estresante y como un reto difícil de superar.
En contraposición los jugadores con una actitud positiva y que salen al campo con la mentalidad de dar buenos golpes suelen tener una autoconfianza alta, están motivados por conseguir el éxito y no por evitar el fracaso, se marcan objetivos más altos, disfrutan de la competición ya que para ellos es un reto y una excelente oportunidad de demostrar sus habilidades. Su concentración es correcta ya que están pensando solamente en lo que tienen que hacer, su nivel de activación es el adecuado, se recuperan mejor de los errores y suelen tener mayor control mental y emocional.
En resumen, que dependiendo de la actitud que el jugador tenga, la competición se ve como algo positivo o negativo y que para conseguir una actitud positiva lo que hay que hacer es tener muy claro cuál es el potencial que uno tiene realmente y a partir de aquí intentar desarrollarlo durante la competición sin importar las consecuencias ni el resultado que se obtenga. Si conseguimos salir al campo con una actitud positiva estable podemos estar seguros que nuestra mente va a jugar a nuestro favor.