LO QUE DEBES EVITAR DENTRO DE AUGUSTA

Internacional

Errores imperdonables dentro del maravillo campo que recibe The Masters.

A blue sky frames the Clubhouse and Founders Circle at Augusta National Golf Club on Wednesday, April 2, 2014.

Si hay un campo que todo golfista profesional, al igual que todo seguidor del deporte quiere visitar, es el Augusta National, el club que organiza The Masters cada abril desde 1934. Sergio Gómez, el manager del golfista español José María Olazábal, recorre sus 18 hoyos desde hace más de 30 años y manifiesta: «En Augusta tienes la sensación de vivir en Lo que el viento se llevó».

El club evolucionó en forma impresionante desde el momento en que se incorporó este Major en el calendario. Horton Smith, su primer ganador, cobró un premio de 1500 dólares, mientras que Sergio García, el más reciente, embolsó US$ 1.980.000. Las autoridades fueron sabias para lograr que la cancha siempre se defendiera del talento de los jugadores con el paso de las generaciones. ¿Qué hacen? A golpe de billetera, compran terrenos circundantes y extienden las dimensiones del campo. El ex presidente Hootie Johnson no dudó en alargar el campo y complicarlo cuando Tiger Woods empezó a domarlo hasta ganar cuatro chaquetas. Es el mismo dirigente que solía decir: «No somos un museo».

Pero si bien, es cierto que entre lo hermoso del club, lo competitivo del campo, la tentadora bolsa de premios y la satisfacción de la chaqueta verde, también hay prohibiciones,  políticas que con las mejoras del campo y evolución del tiempo estas no se modifican. Tradiciones, varias prohibiciones es decir, Reglas no escritas que deben conocerse, y que hasta hoy son permanentes:

En augusta, la prioridad en preservar la imagen, y detalles como llevar un visera bien puesta, son de las particularidades del club. Es muy mal visto además, que tanto los hombres como las mujeres usen jeans tradicionales azules. Es más apropiado llevar bermudas de golf o pantalones de vestir, acompañado de un polo preferiblemente. Hace dos años, una periodista latina fue reprendida por usar un jean blanco muy ceñido, por lo que su acreditación estuvo en juego.

¿»Espectadores»?… Para Augusta ese término no existe, como otros tanto que los comentaristas deben cuidar a la hora de sus relatos.  Los fans, observadores del juego o presentes, más bien patronos («patrons»). Es como se le debe llamar a quienes acuden al club para presenciar la competencia. Puede tratarse de una cuestión semántica y sonaría normal utilizar la palabra «fan», como en cualquier evento deportivo. Pero no. En 1966, El periodista Jack Whitaker hacía la transmisión oficial del torneo para CBS y dijo al aire que la gente que seguía a los jugadores a los dos lados de las sogas parecía «una escena de la mafia». La descripción enfureció al presidente y co-fundador del club, Clifford Roberts, así que le quitó la credencial e hizo que se despidiera del club.  Lo mismo le ocurrió en 1994 a Gary McCord, a quien se le ocurrió decir que los greens estaban alisados con «cera depiladora de bikini».

En cada competencia, más de 40.000 patrons siguen cada movida de un hoyo a otro por los jugadores, pero no hay una cifra exacta de cuantos asisten, de hecho, nunca la ha habido, la organización se reserva ese dato quizás relacionado con la dificultad para obtener las entradas.

Otra de las particularides del Masters, es que los «patrons»- tienen prohibido ingresar al club con teléfonos móviles, cámaras y sillas con apoyabrazos; solo se admiten las sillas oficiales verdes con el logo de Augusta. Y afinado al dicho ‘‘el que se fue de villa perdio su silla» podría suponerse como un juego limpio, al ocupar una butaca vacía alrededor del green del 18. Pero no, no en el Augusta National, donde los fanáticos se apresuran para llegar temprano y colocan sus asientos alrededor de los greens. Quizás el dueño de la silla –la cual se identifica con el nombre en el respaldo-, se aleje del campo durante varias horas. Pero si un ‘‘astuto’’ intenta tomarla… Es posible que la seguridad de Augusta National le dé una nueva silla, pero para usarla en su casa y muy lejos del club.

¡Correr! Otra de las prohibiciones en el club. Quizás en el intento de llegar rápido a la definición de un hoyo alguien se vea tentado a correr, pero es muy probable que desista en cuanto recuerde que la acción podría tráele problemas muy severos, y seguro no quiera perderse el resto de la competencia. Al igual que acostarse sobre la hierba o inclinar mucho la espalda sobre la ladera debajo del hoyo 6, o andar descalzo en la tentadora grama que exhibe augusta durante la primavera, siempre habrá un guardia o un voluntario dispuesto a advertir los problemas que traería algunas de estas tentadoras, satisfactorias pero peligrosas ideas.

Nada de pagos extra dentro de Augusta. Las propinas no están permitidas a los cientos de voluntarios y empleados. Y ni hablar del mercado negro,  la iniciativa de ponerse a vender y comprar entradas sobre Washington Road, la arteria principal que atraviesa la ciudad y llega hasta las puertas del club; hubo años, como 2012, que fueron arrestadas 40 personas por la reventa. Es una locura que mejor ni pensarla. Preferiblemente diríjase a las agencias autorizadas para la venta de abonos y tickets, más allá del sorteo anual de boletos y disfrute de lo legal.

Fuente: lanacion.com.ar

Foto: themasters.com

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